La Sección de Juicio Oral de la Fiscalía Regional de San Miguelito en audiencia de Juicio Oral logró la pena máxima de 50 años de prisión para un ciudadano panameño de 56 años de edad por los delitos de violación sexual, actos libidinosos y corrupción de menores, en perjuicio de tres menores de edad.
El sentenciado fue condenado por dos procesos judiciales distintos que fueron acumulados, cuyos resultados arrojaron una pena de 44 y 28 años de prisión por cada uno de los casos, haciendo un total de 72 años de prisión como pena principal, sin embargo, al existir limitante del quantum máximo, el Tribunal impuso la pena de 50 años de prisión.
Correspondió al fiscal Adonis Marquínez acreditar la responsabilidad penal del sentenciado a través de pruebas periciales, documentales y testimoniales, donde señaló ante el Tribunal que en ambos casos, el sentenciado abusó de la confianza que le tenían tanto las víctimas, como sus familiares y en base a engaños, amenazas e intimidación se aprovechó de las víctimas para cometer los delitos.
El primer hecho ocurrió en el 2010, en el corregimiento José Domingo Espinar, cuando el sentenciado quien también es padrino de la víctima, alquiló un cuarto en la casa donde esta residía, ya que era el mejor amigo del tío de la menor, lugar donde perpetró los delitos de corrupción de menores, actos libidinosos y violación sexual desde que la niña tenía 5 años, hasta cumplir los 8 años de edad.
Mientras el segundo hecho, ocurrió para el año 2016, cuando el sentenciado aún residiendo en el mismo lugar del primer hecho, se aprovechó de la confianza que le otorgó la vecina de al lado, quien tenía dos hijas pequeñas, a quien el acusado enviaba a la tienda en diferentes oportunidades y luego les decía que le tenían que pagar lo que él les compraba dejándose tocar, cometiendo los mismos actos del primer hecho, en contra de ambas niñas.
Los hechos fueron denunciados en el 2021, cuando la primera víctima le contó a su madre que había sido víctima del acusado, la cual muy enojada va al día siguiente a la casa del acusado a reclamarle y es ahí donde la vecina presenció estos hechos y sus hijas entonces tuvieron la valentía de contar lo que les había ocurrido con este señor.
Cabe destacar que ninguna de las menores se habían atrevido a hablar, por el temor a las amenazas de muerte contra sus respectivas madres; aunado a que el sentenciado le decía que no les creerían que y las largarían de sus casas.