Desde niños, nuestros padres nos enseñaron a defendernos de todo aquél que intentara violentar nuestro entorno, autoestima o integridad personal.
Pasado el tiempo, como hombres y mujeres, también inculcamos a los más pequeños a no dejarse intimidar por nadie, especialmente si es un adulto que pretende abusar de ellos.
Todos necesitamos y tenemos el derecho de saber cómo defendernos de quien, por medio de la fuerza física, psicológica, económica o social, tiene la intensión de vulnerar nuestro núcleo existencial. Si nosotros nos preparamos y lo mismo hacemos con los nuestros, para combatir a aquellos que quieren violentarnos, por qué no unirnos para defender a aquellos que no tienen voz, como los niños, los ancianos, las mujeres y todos aquellos que no conocen sus derechos?
El 10 de diciembre, los países que conforman la Organización de las Naciones Unidas, conmemoramos el Día de los Derechos Humanos. Este año, el llamado que nos hace las Naciones Unidas es para defender los derechos del otro. Es responsabilidad de todos defender los derechos humanos. Cada uno de nosotros debe tomar una posición. Un paso adelante y defender los derechos de un refugiado o migrante, una persona con discapacidad, una persona LGBT, una mujer, un indígena, un niño, un afrodescendiente, o cualquier otra persona en riesgo de ser discriminada o sufrir algún acto violento.
Nuestro propósito como Institución es perseguir el delito en todas sus manifestaciones, pero nuestras competencias inician cuando ya el delito está consumado.
Dios, en su primer llamado a seguir su camino nos manda a “Amar a Dios y a tu prójimo como a ti mismo,” yo los animo a cumplir ese hermoso mandamiento a través de esa valiente y noble causa mundial a favor de todos los que, en estado de vulnerabilidad, no pueden defenderse.
Kenia I. Porcell D.
Procuradora General de la Nación